No me gustan las maquinas de obedecer. Quizás deba explicarlo mejor, no me
gusta la actitud de una sumisa que se limita a esperar, que prefiere no pensar,
que considera que su una función es únicamente la de obedecer. Es demasiado fácil,
demasiado aburrido. Al principio es algo difícil para la sumisa, pero después se
convierte en un punto tranquilo, pasa a ser algo fácil el limitarse a obedecer,
a no pensar en esos momentos. Es más se puede convertir en algo tan placentero
que le haga olvidar la entrega para convertirse apenas en una forma de obtener
su placer personal.
Disfruto de la educación de una sumisa y no solo de su obediencia. Disfruto
de su vergüenza, de su humillación, de sus lágrimas y de su placer, de su
excitación y de su deseo. Y me gusta jugar con su mente, que sea consciente de
su entrega incluso cuando no estoy. Me gusta que piense y considero un placer
especial el ver como le cuesta expresar lo que desea. Porque para muchas
sumisas, si no para todas, lo fácil y cómodo es esperar las órdenes y lo
verdaderamente difícil y que hace que sean más conscientes de su condición, es
confesar y expresar con gestos o con palabras sus deseos y sentimientos.
¿Nunca habéis sonreído cuando un perro os trae en la boca, sin que se lo
hayáis pedido, una pelota porque desea jugar? Imaginad así a la sumisa, no solo
desea jugar, se muere de vergüenza de decirlo, de suplicar ser azotada, follada, que su Amo la use pasando de ella y de su placer. Imaginad al Amo cuando ve llegar a la sumisa con la pelota en la boca.
No solo sonríe al ver la actitud amistosa y juguetona del perro. Disfruta de
ver la excitación en la cara de la sumisa, su vergüenza, su humillación, la ansiedad
controlada de estar desnuda delante de su Dueño, de rodillas, con la cabeza
baja, sin poder hacer más que esperar a que él acepte o deniegue lo que le
ofrece y suplica. Notad al mirarla como siente por un lado el ridículo y por el
otro como nota que se humedece cada vez más. Imaginad el placer que siente el
Amo mientras se toma su tiempo pensando que hacer, jugar con ella, tenerla así
ofrecida y con su mente indefensa y abierta o ignorarla sin más, porque es su
poder el de decidir cuando, como y con quién. Pero, ¿no es verdad que ese poder
es infinitamente más placentero cuando ella se abre y suplica?
Sus palabras me llegan a lo más profundo.
ResponderEliminarMe apasiona la forma en que tiene de escribir y de plasmar tantos sentimientos, tantas emociones, tanto del lado del Dominante, como del lado de la sumisa.
Yo, como sumisa, me siento totalmente identificada.
Estoy deseando leer la siguiente publicación.