Él lee el periódico distraído, sentado en el sofá ignora totalmente a las
tres figuras desnudas que hay en la sala. Las dos mujeres están sobre una
alfombra besándose, se comen las bocas sonriendo con lujuria mientras sus manos pellizcan,
acarician, penetran. Están excitadas, saben que no pueden correrse y eso hace
que se humedezcan aún más. El sentirse ignoradas hace también que su mente se
acelere y que se concentren cada vez más en darse placer.
El sumiso está de pie,
con sus manos en la espalda. Es un hombre alto y delgado, sin vello,
perfectamente depilado. Su sexo está duro y su cuerpo erguido como una estatua
que espera una orden.
El Señor acaba las últimas páginas del periódico, lo dobla y mira a las
mujeres. Es el único que está perfectamente vestido con un traje de color
negro. Después mira para el sumiso y le ordena que se acerque, le sopesa los testículos
depilados con su mano mientras le pregunta porqué está excitado. Sabe perfectamente que el
sumiso es heterosexual, pero sobre todo que le excita la entrega y la sumisión.
Eso le divierte, le da un profundo placer jugar con sus mentes. Entonces le
ordena que se ponga de rodillas, se recuesta en el sofá mirando para las dos
sumisas y le dice que desabroche sus pantalones y que use su boca para ponerle
la polla tan dura como una piedra. Quiero usar a esas perras, le dice, y tu vas
a conseguir que mi polla esté bien dura.
A él no le ponen los hombres, pero siempre un especial placer en ver al
sumiso humillado, entregado, avergonzado y sometido. Obtiene en ese momento el placer mas de disfrutar del Dominio que de notar la boca del sumiso. Las mujeres se tocan pero
no pueden quitar la vista de la imagen del sumiso lamiendo y chupando y las dos desean ser
ellas las que notan como la polla de su Dueño se pone dura dentro de la boca. Cada vez están más
excitadas. Saben lo que va a suceder. Él mandará retirarse a una esquina al
sumiso, hará que se siente sobre sus talones, con las manos en la espalda y la
cabeza baja, avergonzado y excitado y después les ordenará a ellas que se
pongan una al lado de la otra, a cuatro patas con los pechos apoyados en la
alfombra y sus nalgas levantadas hacía el, ofreciéndose para que las use como
quiera.
La dos saben que entonces el las follará sin contemplaciones, pasando de
ellas, haciendo que se sientan nada más que dos coños y dos culos abiertos y
excitados. No lo pueden evitar, las dos sonríen mientras se mordisquean los labios. Solo de
pensarlo notan como se encharcan cada vez más.
Excitante, me ha encantado
ResponderEliminarUn beso muy dulce
Un relato que puede ser real lleno de pasión.
ResponderEliminarSaludos
Bienvenido a esta casa esclavo efe. Espero verte a menudo por aquí
EliminarMe alegro de que te haya encantado shurime, siempre es un placer recibir tu visita en mi casa
ResponderEliminarMagnifico, como con tu libro, logras que las imágenes tomen cuerpo en la mente...
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias por tu comentario yara, espero que esas imágenes hayan sido placenteras
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