La primera vez que la vi ya estaba entregada. Fue ella la que me pidió, casi como una súplica, que la primera vez que mis ojos viesen su cuerpo fuera desnuda, boca abajo sobre la cama, con los ojos vendados. Recuerdo la excitación al levantar el felpudo de una puerta desconocida, después de un largo viaje, y ver la llave que abriría mucho más que una puerta. Mucho más que esa puerta detrás de la que había una casa que olía a incienso y en la que sonaba una leve música. Esa misma casa que exploré tomándome mi tiempo, hasta encontrar su cuarto y verla allí entregada, nerviosa, y notarla temblar como una hoja al sentir mis dedos que rozaban levemente su espalda.
Hola! Soy la chica que escribió un artículo de NJMagazine sobre las novelas que tratan el BDSM, y usted me comentó que le escribiera si tenía alguna idea, pero es que no encuentro por aquí su correo!
ResponderEliminarMi correo es srmsalcedo@gmail.com
ResponderEliminarUn saludo