sábado, 23 de marzo de 2013

La privación de los sentidos



Es evidente el efecto que produce la anulación de los sentidos en una sumisa. La venda en los ojos, unos simples tapones en los oídos, el no saber que va a suceder o cuando va a suceder, el tiempo que ha pasado, todo ello contribuye de manera especial a que sienta más, a que sea más consciente, aún si cabe, a su condición.
Sin embargo siempre he creído que esa anulación de uno de los sentidos es también especialmente interesante para un Dominante, en determinadas circunstancias. Intentaré explicarme. Las primeras veces que he hablado con una sumisa por teléfono, antes de conocerla en persona, o incluso después, en los primeros momentos de la relación; el hecho de no ver su cuerpo, la circunstancia de ver disminuida la cantidad de información que llega al cerebro en forma de imágenes y tener que atender simplemente a la información que llega a los oídos, ha hecho que sienta de manera especial a la sumisa. En esos momentos un simple cambio en el tono de su voz al excitarse, un gemido que nace sin poder ser contenido, el temblor en su voz ante lo inesperado o ante la humillación, se convierten entonces en un placer especial que no hubiera sido posible con la distracción de ver su cuerpo entregado.
Un Dominante debe contenerse a menudo y no dejarse llevar por los sentidos y los deseos. La posibilidad de usar a la sumisa es tentadora pero aun lo es más la posibilidad de conocerla hasta en sus más pequeños detalles. Esos pequeños detalles y reacciones que permiten profundizar en su doma y en su aprendizaje de una forma más completa y duradera.

3 comentarios:

  1. Un saludo.
    Me alegra leer estas cosas, sinceramente.
    Son esas pequeñas sutilezas que hacen grandes las emociones a través de los sentidos.

    Mis respetos

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  2. Yo también Le felicito por plasmar esta reflexión. No abundan los blogs como el suyo - ni los libros tampoco, he de añadir.

    Reciba un cordial saludo desde cierta Mansión.

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  3. Me alegra saber que te ha gustado el blog. Me pasaré a menudo por el tuyo.
    Un saludo
    Manuel

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