Dos cuerpos en su
imperfección perfectos, dos mujeres reales, no cuerpos famélicos ni portadas de
revistas, dos sumisas, dos seres que se entregan y esperan humilladas unas manos
que azotan y acarician. Dos sexos empapados que desean ser usados. Dos mentes
que sienten la espera, mientras escuchan la respiración de la otra. Dos mujeres
que se conocen o quizás no; dos cabezas ocultas con sus ojos vendados: no se
les permite conocer, solo sentir y ser la puta de su Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario