Ella siente la necesidad de entregarse a su
Señor, una confianza ciega en él, un morirse de ganas de ser como él quiere que
sea, de complacerle y de darle placer. El mejor regalo es el escucharle decir
que está contento con ella, hacerle sentir que valora su entrega y que eso le
complace.
Y eso a veces le da miedo... por una parte
quiere llegar a ser la mejor perra del mundo para él, y por otra parte no
quiere que llegue ese día, quizá porque posiblemente, como en tantas otras
cosas en la vida, lo que importa no es llegar, sino el camino que se hace hasta
llegar
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