El Dominio, el derecho de
propiedad sobre una sumisa que se entrega voluntariamente, que deja el control
sobre una parte determinada o sobre toda su vida a un Señor, es una
responsabilidad y no un medio de disfrutar del dominado. Es cierto que la
entrega de la sumisa le otorga a su Dueño esa capacidad, ese derecho de usar su
cuerpo, de disfrutar de ella como plazca, de convertirla en su juguete erótico,
de castigarla o de humillarla. Pero no menos es cierto, que esa capacidad no tiene
sentido si no esta integrada en la responsabilidad del
Dominante de educar y guiar a la sumisa en un proceso en el que el sexo o las
sesiones tienen un papel secundario.
Lo verdaderamente fácil
es usar a la sumisa, extraer de ella sin más el placer. Pero ¿Es eso dominar? O no es más
bien no cierto que eso es la consecuencia de la dominación.
Usar a la sumisa pasando
de ella, follarla para tu placer. Sí, eso es placentero, pero si se hace porque
sí y nada más entonces se convierte en algo banal. En cambio si se hace para conseguir un objetivo para que se sienta más entregada, que se note tuya, tu juguete, tu propiedad y que se
sienta orgullosa de serlo, que note la humillación y que esa humillación haga
que se sienta más excitada y mas avergonzada y mas orgullosa de ser lo que es, entonces todo cobra un sentido diferente.
La sumisa no se entrega única
y exclusivamente para ser usada, porque de ser así podría serlo dentro de una
relación de las que llamamos vainilla, sin necesidad de tener un Amo. La sumisa
espera y tiene todo el derecho de hacerlo, ser educada, guiada y adiestrada e
ir creciendo en su sumisión y notar como el Señor lleva la correa en la mano y tira de ella cuando lo desea.
El Dominante, a mi modo
de ver, tiene que enseñar con firmeza y disciplina, pero también con compresión,
un camino a la sumisa. Un camino que tiene que ser coherente. No es necesario
que la sumisa sepa donde va ese camino, pero ella tiene que notar el dominio de su
Señor y que este poder no se base en, única y exclusivamente, en que las cosas
se hacen como él quiere y basta.
Para ello el Señor tiene
que conocer bien a su sumisa y tiene que existir una confianza basada tanto en
la entrega de la dominada, como, sobre todo, en la entrega del Señor en el procese de enseñanza para poder llegar a merecer el apelativo de Dominante por sus actos y no solo por su nombre.
De la misma forma que el
Dominante disfruta de la sensación de poder y la sumisa de sentir el dominio de
su Dueño, de sentirse su propiedad, su objeto de placer, no menos cierto es que
el Dominante tiene que disfrutar sobre todo de la capacidad de administrar ese
poder y de pulir a su sumisa y domarla poco a poco, degustando cada momento de
su entrega como si fuese el último en un sendero de sumisión y manteniendo cada día viva la llama de la entrega.
Pocas, muy pocas veces he encontrado en la web palabras tan acertadas como estas. Las hay, sí, pero han de ser halladas con lupa.
ResponderEliminarMe alegro haber caído por aquí y si no incomoda, me quedo.
Saludos!
Sabe... Y no quiero que suene como ofensa pero teniendo en cuenta que la sumisa es una mujer adulta ¿No cree que en lugar de enseñar seria guiar? Por no decir que ya debería salir educada de su casa.
ResponderEliminarEntiendo que a excepción de lo que el Dueño requiera especialmente el resto debería de estar superado... Me da que no me estoy explicando nada bien....
Un beso muy dulce
Creo que si te explicas bien, shurime. Entiendo lo que dices,el Amo guía a su sumisa pero siempre hay algo nuevo que enseñar. Cuando me refiero a educación está relacionado con esa enseñanza, por pequeña que sea cada día.
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